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Un viaje de peligro a través del océano

  • Foto del escritor: Clara Peña Bello
    Clara Peña Bello
  • 1 may 2024
  • 2 Min. de lectura

Conocí a Ibahima Koulibali como paciente tras su llegada a Gran Canaria después de 5 días en patera. En una lancha neumática en la que no deberían ir más de 10 personas vino acompañado de otros 32 hombres, 7 mujeres y 4 niños. Se quedaron sin gasolina al segundo día y debido al peso de toda la gente, la lancha fue perdiendo aire. A la deriva y sin saber qué sería de ellos pasaron 3 días hasta que Salvamento Marítimo dio con ellos.


Sólo tenían unas latas de sardinas y leche como suministros que no duraron mucho más que la gasolina. Pasaron las horas y los días apretados, sin poder moverse, expuestos a las inclemencias del tiempo y del mar. Muchos vomitaban, fruto del mareo o la deshidratación. Desesperados, algunos intentaron beber agua de mar, e incluso orina, para paliar su sed. Finalmente todos fueron rescatados y llegaron a tierra, deshidratados, afónicos, enfermos, llenos de heridas y úlceras, pero vivos.


El viaje de Ibrahima no es muy diferente del de decenas de miles de migrantes que llegan en patera al año a las costas canarias atravesando la ruta migratoria más mortífera del planeta. En el año 2023 llegaron 39.910 migrantes, pero hubo 6.007 personas que perdieron la vida en el camino.


Hay viajes de todas las clases, pero la historia de Ibrahima no es de las más dramáticas. Vimos a gente que llevaba 14 días a la deriva, una patera de 40 personas con un único superviviente, una madre a las que se le escurrió el bebé entre los brazos en una tormenta y cayó al mar…


Durante 2 años trabajé en el equipo de Atención Primaria que atendía a estos migrantes a su llegada y durante su estancia en Gran Canaria. Ahí escuche historias de desesperación y de sufrimiento extremos, historias que empujan a la gente a arriesgar la vida, a gastarse todo lo que tienen y endeudarse, lo que sea por huir. Historias tan extremas que hacían palidecer el sufrimiento del viaje en patera.


Un viaje en patera cuesta alrededor de 2000-3000 euros, por arriesgar la vida, por naufragar de manera casi segura, por sufrir en condiciones infrahumanas. Y hablamos del último tramo del viaje, del último esfuerzo de viajes que suelen durar entre 2 y 3 años.


Ahora que sabes un poco más en qué consiste un viaje en patera, te invito a reflexionar… ¿Qué empuja a alguien a hacer algo así?

 
 
 

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